miércoles, 10 de diciembre de 2008

La Vanguardia Cultura/s, Natalia Carrero

Foto: I.N. Memorial de las víctimas de la guerra, Sarajevo, 2003
Narrativa Una escritura que arde ISABEL NÚÑEZ Natalia Carrero (Barcelona, 1970) abandonó sus estudios de filosofía en la universidad “para buscar su grial en las bibliotecas”, y en ese camino trabajó como dependienta, teleoperadora, paseó perros, etc. Hay algo en su narradora de aquella soñadora vendedora de zapatos de Alain Tanner, aquí postadolescente radical que se niega a comer y duerme poco, que pospone la vida y busca en Clarice Lispector su propia voz o su máscara. Soy una caja viene del blog www.nadila.es, y esa narradora tímida y huraña a la que retrata Zush, y a quien Roberto Bolaño le escribe en su dedicatoria que tiene talento, me recuerda al poema de Emily Dickinson donde dos se encuentran en tumbas contiguas y uno le pregunta al otro “¿Tú por qué caíste?”, “Yo por la belleza.” “¡Y yo por la verdad!”, exclama el otro. Y se declaran hermanos y hablan hasta que el musgo llega a sus labios y cubre sus nombres. La narradora, que envidia la confianza de su profesora de taller literario, huye –culpable y autoacusadora— del terremoto que el brote esquizofrénico de un hermano provocó en la casa familiar: un día el hermano se convierte en otro, adquiere un nuevo repertorio de gestos y maneras de desplazarse, y la madre, sometida a su marido, entregado su cuerpo a la voluntad de éste, opta por negar la evidencia y vive como autómata (medio muerta, como en la definición de Naipaul), detenida ante una olla destapada esperando a que el agua hierva. Y la protagonista, sin saber qué escribir, presa del miedo, el extrañamiento y la exigencia, entre una saludable autoironía y el autodesdén fustigador que describía Truman Capote, nos muestra sus fragmentos y forcejeos, y en sus dibujos, en la búsqueda del trazo y de la voz, en sus instalaciones de casi psicomagia jodorowskiana inventada (estampar la frase “Escribo con el cuerpo” en una camiseta), los fragmentos se van uniendo frente al metatexto que es la biografía de Clarice Lispector, su escritura y su dolor, la apoyatura de las citas escogidas, y ahora es su propia escritura la que acaba ardiendo, no sin humor, no sin celebración, con una mezcla suya de miedo y valentía, que aborda esquivamente su dolor. No queda sino celebrar la osadía chejoviana de esta nueva escritora blogger, que muestra su asombro y su perplejidad y se interroga, interpelándonos a todos.
Natalia Carrero
Soy una caja
Caballo de Troya
192 PÁGINAS
12,90 EUROS