sábado, 12 de febrero de 2011

Mi reseña de Mirko Lauer en el Cultura/s

Foto: IN. Rose Tea Garden, 2011
Narrativa Las mentiras y la historia ISABEL NÚÑEZ Mirko Lauer Secretos inútiles Periférica 140 PÁGINAS 16,50 EUROS
Mirko Lauer (Žatec, Checoslovaquia, 1947) es escritor peruano, ensayista, director de la revista Hueso húmero, profesor en varias universidades, editor de Tusquets en los años setenta, ha publicado poesía y novela. Órbitas. Tertulias (premio Juan Rulfo 2006), Tapen la tumba (2009) y la novela que nos ocupa forman parte de su ciclo de Cerro Azul, que Periférica se propone publicar en su totalidad. En Secretos inútiles, la acción transcurre en una sola noche; la noche en que el periodista Mirko Lauer, biógrafo de la escritora Miranda Archimbaud (Rendie), entrevista a su primo y tal vez antiguo amante, Clayton Archimbaud, viejo magnate angloperuano, hijo de los que fueron terratenientes agrícolas de las primeras décadas del siglo XX, en el balneario Cerro Azul. En esa conversación, profusamente bañada en bourbon, que el periodista bebe con repugnancia, sometido, el viejo Archimbaud traza un enigmático mapa donde la historia y la leyenda se mezclan a lo personal y donde la ficción encubre misteriosamente las posibles verdades, en una red de mentiras y un relato que acaba volviéndose grotesco y teatral. El viejo magnate muestra enseguida que, pese a sus palabras, se siente turbulentamente unido a su experiencia peruana y le obsesiona Cerro Azul. Empieza hablando de un pirata y de la historia para, siempre con exhibicionismo tramposo, sorprender confesándose autor de una muerte y ofrecer varias versiones de su relación con su prima escritora, amante o rival, y con el mayordomo chino que cambiaría sus vidas. Todo sucede en una larga y alcohólica noche. Con un golpe teatral algo sórdido de travestismo oriental, el gringo borracho muestra con dolorido sarcasmo cómo encuentra placer en su castigo y desvela su propio secreto vital, aun rodeado de mentiras, en una metáfora cruel que refleja a la sociedad peruana, y al final, el álter-ego de Mirko Lauer se encuentra solo entre fotografías e interrogación. La novela fluye poderosamente y arrastra al lector. La atmósfera es de serie negra chandleriana, sin el poso irónico-melancólico y humanista de Chandler y con una nota más amargamente contemporánea. Algunos críticos han comparado a Lauer con Bolaño y ciertamente hay algunas coincidencias, pero no sé si a Lauer le beneficia esa asociación, y seguramente tampoco la necesita.

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