miércoles, 25 de mayo de 2011

Mi reseña de Tibor Déry en La Vanguardia Culturas

Foto: I.N., Foixà, 2011
Narrativa
Una vida de perro
ISABEL NÚÑEZ
Tibor Déry
Niki o la historia de un perro
DUOMO
Traducción de A. B. Gómez
128 PÁGINAS
15 EUROS
El escritor Tibor Déry (Budapest, 1894-1977) vivió con el convulso siglo XX de su país. Nacido en una familia acomodada de origen judío, se afilió al Partido Comunista en 1919, participó en el fugaz gobierno revolucionario de Béla Kun, luego se exilió y volvió en 1935.
En 1953, muerto Stalin, ya le habían expulsado del Partido por sus críticas contra la política represiva. Apoyó al gobierno reformista de Imre Nagy y en los sucesos revolucionarios de 1956, fue víctima de la dura reacción soviética que acabó con la primavera húngara, condenado a nueve años de cárcel. Intelectuales occidentales como Sartre, Camus, Moravia y Rebecca West pidieron su liberación. En 1960 recobró su libertad.
Entre nosotros, en los años setenta, Noguer/Caralt ya había publicado Querido suegro; Monsieur G.A. en X; Juegos de los infiernos. Edicions 62 editó El senyor A.G. a X (1992). En 2007, Sergio Pitol tradujo y prologó El ajuste de cuentas (Universidad Veracruzana, México), que reúne tres relatos, uno de los cuales, Szerelem, “Amor” fue llevado al cine por Karoly Makk, obtuvo el Premio del Jurado de Cannes en 1971 y Derek Malcolm lo incluyó en las 100 mejores películas del siglo XX para The Guardian.
.Ese relato maravilloso se articulaba ya en torno al mismo hecho que dramatiza nuestra historia, la detención, encarcelamiento y liberación arbitrarios, sin explicación ni apelación posible.
Niki o la historia de un perro es una magnífica nouvelle. En la tradición del Flush de Virginia Woolf (o de Paul Auster en Tombuctú), Déry elige la perspectiva del perro para contar esa triste perplejidad del ciudadano encarcelado sin más, su mujer relegada y sin poder trabajar salvo en ocupaciones de miseria y la vida solitaria y recelosa de la sociedad húngara bajo el terror, insolidaria y con luminosas excepciones.
Déry no habla desde la mente del perro; Niki no es narradora, sino protagonista. Una perra, que invade el jardincillo de la pareja y se obstina en quedarse, será la compañera de esa mujer sola. Pero ese sesgo sin duda es el mayor acierto de la historia, contada de un modo sobrio y económico, expresando la tristeza de un país torturado y la incomprensión del terror a través de la mirada animal, de su angustia, su fragilización y caída, en el momento crucial en que todo podía recuperarse.

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